Llega un momento en la vida donde tienes que tomar una decisión que cambiará para siempre tu forma de ser y la forma en cómo te ven otros, principalmente tus padres. Un paso que prácticamente te catapulta a la tan famosa “madurez” de la que tanto te han hablado.

El decidir que vivirás sola y te mantendrás por ti misma, no es una decisión que se deba a tomar a la ligera. Conlleva muchos cambios y es una realidad que no tod@s pueden lograrlo exitosamente.

Reto 1: saber que es en serio, estás sola en casa.

La primer semana es la más difícil y en la que te das cuenta si estás lista o no. Dejar la casa en dónde creciste, perfectamente arreglada, aseada, con el refrigerador lleno, rompa limpia y en su lugar, sala con televisión, teléfono, internet, etc, y tal vez lo más importante: siempre con alguien que te de los buenos días y las buenas noches. Los primeros días te parece padrísimo pero al séptimo ya comienzas a extrañar la presencia de alguien más.

Reto 2: del paraíso a la isla desierta.

De un lugar que literalmente es un paraíso, a un departamento extraño, donde apenas si tienes un colchón, mesa de plástico y una lámpara. Ya no está mamá que te recibirá con una comida exquisita y nutritiva, con tu ropa perfectamente lavada y en su lugar, siempre lista para escuchar lo que te sucedió durante el día. Ya no podrás llegar directamente al refri e ir por tu jugo favorito, pues lo más seguro es que todavía ni siquiera tengas uno.

Reto 3: el dinero lo pongo yo.

En esta nueva forma de vida tampoco está papá para ayudarte a cargar esa caja tan pesada, darte dinero para ir al cine o comprarte esa linda blusita que te encantó pero es demasiado cara para que te la compres tu sola. Ahora si tienes dinero la llevas, sino, te quedas con las ganas porque primero hay que pagar la luz, el agua, el teléfono y la renta.

Reto 4: consiéntete tu sola.

Ahora ya no habrá nadie para taparte cuando te quedes dormida en la sala o darte un té cuando estés resfriada. En vedad será un shock total porque tú decides cómo consentirte si con una gran bola de helado, tomando un rico baño o simplemente viendo tu programa favorito.

Reto 5: las reglas son necesarias.

Aunque siempre las odiaste, ahora te das cuenta que son necesarias, tener un cierto orden, lavar los trastes justo después de usarlos para que después no te de flojera, lavar la ropa los fines de semana y sacar la basura en cuanto escuches pasar al camión porque sino, te quedarás con ella durante toda una semana entera.

La solución: ¡toma al toro por los cuernos!

Por lo menos en mi caso, los primeros tres meses fueron una auténtico martirio. Días en los que me ponía a llorar y realmente quería regresar corriendo a casa de mis padres.

Pero cuando fui a comprar mi refrigerador, la estufa, la lavadora, la sala, la TV, fue una sensación increíble, saber que todo eso lo compré con mi dinero y no con el de papá. Me sentí libre y satisfecha cuando por fin pude quedarme en esa fiesta hasta el otro día y levantarme a la hora que yo quise, y todo el día estuve en pijama. Amo salir de la ducha totalmente desnuda, y en los días que hace calor quedarme en la comodidad de la sala que yo misma compré en ropa interior, sin nadie que me juzgue o diga algo.

Ahora cada que voy a casa de mis padres disfruto como nunca la comida de mamá, las pláticas con papá ya no son de padre a hija, son de adulto a adulto. Me volví mucho más responsable en el trabajo, ordenada y autosuficiente.

Hoy día estoy segura que haberme vuelto independiente, es la mejor decisión que pude haber tomado.