Algunas formas de llegar a Dios


- Aquéllos que me entregan las riendas de su vida, adorándome continuamente con su

amor, teniendo en Mí una Fe inamovible, éstos son los que Yo considero como los

mejores devotos.


- Mas aquellos que aman al Eterno, Infinito e Imperecedero, como mi forma inmani-

fiesta, La Energía Omnipresente que estando más allá del pensamiento no puede ser

abarcada por la mente humana, el Constante e Inmutable.


- Aquéllos que llevando una vida en armonía con su mente controlada, amando por

igual a todas las cosas que existen, regocijándose en el bien de todas las criaturas, en

verdad, también vienen a Mí.


- No obstante, ardua es la tarea de aquéllos cuya meta a alcanzar es mi Forma Inmani-

fiesta. Porque el camino que conduce a este estado es muy difícil y duro para aquellos

mortales que pretendan conseguirlo.


- Mas aquéllos para quienes Yo soy su Fin Supremo y me entregan las riendas de su

vida, ofreciéndome los frutos de todas sus acciones.


- Aquéllos que, con amor puro, meditan en Mí y me adoran, muy pronto quedan libres

de las influencias del océano de ilusión. Ya no son muertos en vida, pues libres están

ya de la muerte, al entregarme su vida a Mí.


- Pon todo tu amor únicamente en Mí y entrégame tu mente. De este modo, en verdad,

encontrarás en Mí vida eterna.


- Mas si no te resulta fácil entregarme tu mente, entonces intenta entregármela me-

diante la práctica de la unión con Dios por la concentración de tu mente.


- Si no te resulta fácil concentrarte, ofréceme todos tus trabajos a Mí. Tan sólo tratan-

do de servirme con todas las acciones que haces, te será posible alcanzar la perfec-

ción.


- Incluso, si hacer esto te resultase difícil, haz entonces que la devoción por Mí, sea tu

refugio. Entrégame los frutos de todas tus acciones, sirviéndome con devoción y

humildad en tu corazón.


- En verdad, la concentración es mejor que el mero esfuerzo, y aún mejor que la con-

centración es la meditación pero aún por encima de la meditación está la entrega

por amor, en servicio desinteresado, porque la consecuencia de la entrega es Paz.


- El ser de buena voluntad que muestra simpatía y compasión por todas las cria-

turas, que libre de todo egoísmo, ya no concibe pensamientos como “Yo” o “Mío”,

dotado de una paz estable, permanece en armonía tanto en los momentos de placer,

como en los de desdicha, manteniendo una actitud continua de perdón hacia toda

ofensa.


- Un devoto de estas cualidades, siempre esforzándose con determinación en la prácti-

ca de la concentración en Mi, al tiempo que alegre y complacido, que concentra su mente y su visión interior en Mí, este ser en verdad me ama, al igual que Yo le amo a él.


- Aquél que nada ni nadie le perturba, siendo a su vez fuente de paz para los otros,

aquél que está más allá de las emociones, el odio y el miedo, éste es también Mi

amado.


- Aquél que está libre de las atracciones y promesas del mundo, que es puro y sabio,

siendo consciente de todo lo que hace, sin verse afectado por la naturaleza cam-

biante de la dualidad, y que, dejándose llevar y confiando, ofrece todos sus trabajos

a Dios y no a él, en verdad, este ser a Mí me ama y Yo le amo también.


- Aquél que no siente atracción ni repulsión, que ha renunciado a los logros persona-

les y la obtención de bienes, que, estando más allá del bien y del mal, ya no se queja

por nada, agradeciéndome todo con su amor, a este ser Yo le amo en verdad.


- El ser que, sin hacer diferencias entre sus amigos y sus enemigos, los ama a

todos por igual, cuya alma permanece inalterable tanto en el éxito como en la des-

gracia, habiendo superado ya todas las experiencias sensoriales de frío y calor, pla-

cer y dolor, libre ya de las ataduras de los apegos.


- Que permanece inalterable tanto en la infamia como en los halagos, sumergiendo su

alma en el silencio, cuyas riquezas no son de este mundo, y siendo feliz con lo que

tiene, agradeciéndomelo con su amor, en verdad, este ser gana Mi amor, y así

lo obtiene.


- Pero aún mucho más queridos para Mi son aquellos que, teniendo Fe y Amor, me

consideran como su Fin Último. En verdad, aquellos que escuchan mis palabras de

verdad, con el corazón abierto, y beben de las Aguas de la Vida Eterna, me son en-

trañablemente queridos.