Celibato sexy

 

Tras leer y practicar durante algún tiempo el celibato me han surgido ciertas cuestionantes.

 

Ya es muy sabido que mucha gente yendo al extremo del celibato han llegado al otro extremo con temas de pedofilia, zoofilia u otros.

 

Otras personas han sido célibes de por vida.

 

La naturaleza nos provee de la capacidad, instinto o incluso vocación por lo sexual a algunos y del celibato a otros. 

 

El asunto estaría en una opción personal y sincera.

 

Más indicado parece quien reconoce su gusto por el sexo y tiene su pareja con la cual complementarse al respecto, que la persona que reprime ello físicamente para estar gran parte del día pensando en ello impidiéndole una vida tranquila.

 

Buscando información sobre el tema encontré un texto muy interesante  - lo cual me reafirmó la idea de que si vamos a seguir un libro sagrado es mejor ir directo al libro en vez de seguir interpretaciones o tergiversaciones. Al respecto recomiendo la traducción del Bhagavad Gita de Julio Pardilla por considerarla más precisa, clara y menos tergiversada que varias otras que he visto que si bien tienen cosas interesantes, también algunas con intenciones un tanto egoístas y de aprovecharse de los lectores -.


Adjunto parte del texto (se ha cambiado el nombre de la institución por X como nombre ficticio) :


La mayoría de los devotos reconocen que la prohibición de X en contra del "sexo ilícito" (cualquier forma de actividad sexual que no sea para concebir hijos en el matrimonio) es la más difícil de observar entre las prohibiciones ascéticas de X. Es la causa de las mayores dificultades para los devotos, y (con la posible excepción de la desilusión de X per se) la causa más común de la "caída" de la conciencia de Krishna. 

Sin discutir los méritos del celibato en la vida espiritual, es justo decir que el devoto típico, en un cierto plazo, va a violar la regla del celibato una o más veces. El deseo sexual aparece en la vida de cada devoto tarde o temprano, en diferentes grados y formas. Desde el gurú dando clases en su trono hasta el nuevo recluta que limpia los sanitarios, los devotos piensan en el sexo, fantasean con él, o se complacen (con otros devotos dispuestos, con viejos amantes, con contactos fuera del movimiento, o con quienquiera) si piensan que pueden hacerlo sin ser descubiertos. Este hecho obvio no se reconoce abiertamente en X porque es fuente de gran vergüenza para los devotos, quienes miran a la indulgencia en el sexo como asquerosa, embarazosa, y una muestra de debilidad personal—y además, porque siempre se están jactando con los no-devotos de su disfrute en un "gusto superior", que es evidente por su desinterés en la satisfacción mundana de los sentidos. 

Siendo franco, hay algo muy triste y hasta trágico, en el espectáculo de los aspirantes espirituales sinceros luchando interminablemente en contra del deseo sexual, negándolo, y reprochándose una y otra vez por su falta de heroico desapego del cuerpo, buscando esquinas oscuras en las cuales masturbarse, o encontrándose "apegados" a otro devoto y planeando encuentros "ilícitos" con él o ella. Todo este engaño e hipocresía, culpabilidad y vergüenza, negación y encubrimiento, hacen de X una farsa patética de presunción ascética. 

Tras muchos años en X, todo este fetiche del celibato me empezó a parecer un poco sospechoso. ¿Por qué el fracaso abismal de la mayoría de los devotos de ser incondicionalmente célibes? ¿Por qué la incapacidad generalizada para llevar a cabo un acto de renuncia que X define como una condición previa no sólo para una práctica espiritual seria, si no para la vida humana civilizada? ¿Por qué este fracaso fundamental? 

Algunos devotos piensan que es debido a un cierto déficit natural en la conciencia de los occidentales (somos demasiado apasionados); otros culpan a la práctica crónicamente defectuosa del bhakti-yoga (canto ofensivo, etc.); algunos afirman que Prabhupada nos transmitió una práctica imperfecta de Vaishnavismo Gaudiya (omitiendo ciertos elementos místicos necesarios en el proceso de iniciación); algunos dicen que es una consecuencia natural de los ashrams mixtos (y periódicamente sugieren que los templos se deshagan de las mujeres). Cualquiera que sea la causa, el hecho es que la mayoría de los devotos están muy lejos de practicar un celibato sereno, encontrándose profundamente arraigados en cuerpos físicos que, por su misma naturaleza, desean tocar y ser tocados, sentir el calor de otro ser humano. 

Tan fuerte es el deseo de la naturaleza humana por el contacto físico, que para evitarlo, para reprimirlo, uno debe pintarlo de la forma más exageradamente negativa: contemplando el acto sexual como puramente salvaje, repugnante y animal. Pero consideremos: ¿El hacer el amor es en realidad un simple montar y gruñir bestialmente? ¿Acaso no tiene ninguna conexión con las sensaciones de amor, cariño, aprecio y afecto? Ciertamente, como cualquier otra actividad humana, el sexo puede ser hermoso o feo. Puede ser un acto de glotón y burdo abandono egoísta, o puede ser una expresión de afecto, un acto de dar placer mutuo, incluso un catalizador para las sensaciones de unidad emocional y espiritual. Solamente a través de una negación deliberada de experiencias personales pasadas, o de las intuiciones, es que uno puede borrar tales memorias, o bloquear la capacidad imaginativa. 

Mi propósito aquí no es promover las glorias del sexo, si no señalar los problemas asociados a la prohibición—y también, hacer la sugerencia radical de que quizás sea posible ser una persona espiritual, una persona buena, llena de compasión, sabiduría, sensibilidad y conocimiento—bajo cualquier bandera espiritual—sin tener que negar y reprimir la sensualidad implícita.