Predicar con el ejemplo

Ryokan dedicó su vida al estudio del Zen. Un día supo que su sobrino, pese a las admoniciones de los parientes, gastaba su dinero en una cortesana.

 

Como el sobrino había sustituido a Ryokan en el manejo de los negocios de familia, y los bienes estaban de ser disipados, los parientes pidieron a Ryokan hacer algo al respecto.

 

Ryokan emprendió un largo viaje para visitar al sobrino, a quien no había visto desde muchos años. El sobrino pareció contento de ver de nuevo a su tío y lo invitó a pasar la noche en su casa.

 

Ryokan pasó toda la noche sentado, meditando. Por la mañana cuando se disponía a partir, dijo al joven sobrino: Debo de estar envejeciendo por como me tiembla la mano, ¿quieres ayudarme a atar las cintas de mis sandalias?.

 

El sobrino le ayudó con agrado. Ryokan le dijo : Gracias, ya ves, uno se vuelve más viejo y débil cada día. Cuídate mucho.

 

Luego partió, sin decir palabra sobre la cortesana ni las quejas de los parientes. Pero desde esa mañana cesó la conducta disipada del joven.

 

(de Carne Zen, huesos Zen, editorial Estaciones).